Como me encanta la fantasía, os contaré un mito, que se podría contar que son como dos mitos (ya que incluye también la creación del hombre y la mujer), que incluye criaturas fantásticas, entre ellas elfos que, dato: son mi criatura favorita por excelencia, mira, ¡en esto si que tengo favorito!
He modificado el mito sin que se pierda su esencia, para simplificarlo y añadir información sobre algunas criaturas fantásticas. También he añadido las imágenes y he cambiado el título.
Espero que os guste y lo disfrutéis.
MALVADOS Y BUENOS EN UN MUNDO PARALELO
Mientras los dioses estaban ocupados creando la Tierra, unas criaturas con aspecto de gusano habían estado reproduciéndose en la carne de Ymir, sí, ¡en la carne de Ymir! En la misma carne del fundador de los gigantes de la escarcha, esas criaturas mitológicas de gigantes con fuerza sobrehumana. Los gusanos, por alguna razón, acabaron atrayendo la atención divina.
Convocándoles ante su presencia, los dioses les dieron primero forma y les dotaron de una inteligencia sobrehumana y los dividieron en dos grandes clases. Aquellos que eran de naturaleza oscura y traicionera, fueron desterrados a Svartalfheim, hogar de los enanos negros, que era un lugar situado bajo tierra donde no se les permitía salir durante el día, y, si se les ocurría salir, estos serían transformados en piedra. Estos malvados eran tanto enanos, como trolls, gnomos o kobolds, y empleaban toda su energía y tiempo en explorar los escondrijos secretos de la Tierra. Coleccionaban oro, plata y piedras preciosas, que guardaban en grietas secretas.
Al resto de las criaturas, a todos los que eran nobles, benignos y provechosos, los dioses les llamaron hadas y elfos, y fueron enviados al reino de Alfheim, hogar de los elfos de luz, situado entre el cielo y la tierra, de donde podían descender siempre que quisieran, para cuidar de las plantas y las flores, jugar con los pájaros y las mariposas o bailar en la hierba a a la luz de la Luna.
Odín, que había sido el espíritu líder en todas éstas creaciones, ordenó a los dioses, sus descendientes, que le siguieran hasta la vasta llanura conocida como Idawold, que se encontraba muy por encima de la Tierra, al otro lado de la gran corriente Ifing, cuyas aguas nunca se helaban.
En el centro del sagrado espacio, que desde el comienzo del mundo había sido reservado para su propia morada y había sido llamado Asgard (hogar de los Dioses), los doce Ases (dioses) y las veinticuatro Asynjur (Diosas) se reunieron en asamblea a la llamada de Odín. Se celebró un gran consejo, en el cuál se decretó que no se derramaría sangre dentro de los límites de su reino, durante el tratado de Paz, pues la armonía debía reinar allí por siempre.
Como resultado de la conferencia, los dioses también construyeron una fragua, en la que diseñaron todas sus armas y herramientas requeridas para construir los magníficos palacios de metales preciosos, en los cuales vivieron durante muchos años en un estado de felicidad tan perfecta que este período pasó a llamarse la Edad de Oro.
Aunque los dioses habían diseñado desde el principio la morada del hombre, todavía no existían seres humanos que lo habitaran.
Un día, Odín iba andando por la orilla del mar y se encontró con dos árboles, el fresno (Ask) y el olmo (Embla) o con dos bloques de madera toscamente tallados con forma humana. Odín contempló en silencio y totalmente asombrado la madera inerte. Percatándose del uso que se les podría dar, les dotó de almas. Les concedió el movimiento y los sentidos.
Dotados así de habla e intelecto, y con poder para amar, esperar y trabajar, y con vida y con muerte, a los recién creados hombre (Ask) y mujer (Embla) se les otorgó la libertad para gobernar la Tierra a su deseo.
La poblaron gradualmente con su descendencia, mientras Odín, recordando que había sido él quien los habían dotado con vida, se interesó muy especialmente en todas sus actividades, velando por ellos y concediéndoles con frecuencia ayuda y protección.
Un día, Odín iba andando por la orilla del mar y se encontró con dos árboles, el fresno (Ask) y el olmo (Embla) o con dos bloques de madera toscamente tallados con forma humana. Odín contempló en silencio y totalmente asombrado la madera inerte. Percatándose del uso que se les podría dar, les dotó de almas. Les concedió el movimiento y los sentidos.
Dotados así de habla e intelecto, y con poder para amar, esperar y trabajar, y con vida y con muerte, a los recién creados hombre (Ask) y mujer (Embla) se les otorgó la libertad para gobernar la Tierra a su deseo.
La poblaron gradualmente con su descendencia, mientras Odín, recordando que había sido él quien los habían dotado con vida, se interesó muy especialmente en todas sus actividades, velando por ellos y concediéndoles con frecuencia ayuda y protección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario