Nadie puede decir que Edipo Rey no es un clásico. Básicamente porque habla de cosas que se siguen viendo hoy en día. Son cosas que seguimos sintiendo, y me da a mi que siempre vamos a sentir. No es como si fuesen sentimientos de los que te puedas deshacer, son esa clase de sentimientos que te persiguen siempre, sin pararse un solo minuto, y a veces quieres dejarlos de lado porque el no tener respuesta para lo que sientes te hace estar inquieta. Hablo de sentimientos tales como la identidad, el no saber quién eres. ¿Alguien puede decir quién es realmente? Quiero decir, yo sé que soy la persona que más me conoce a mi misma, sé que no hay nadie que me conozca más que yo, porque solo yo sé lo que pienso, lo que siento, lo que me apetece en todo momento. Pero aún así no me acerco ni de lejos a quién soy. No creo estar segura de que el mundo lo sepa. No creo estar segura de nada.
Por otra parte, ¿qué clase de persona no ha pensado que está maldita? La maldición de los Labdacidas, ay, quién no ha pensado que está maldito alguna vez. Cuando nos vienen esas rachas en las que todo son cosas malas, negatividad y parece que de cada vez te hundes más y lo ves todo más negro, y lo peor es que parece que nunca vas a salir, que nunca volverás a estar como antes. Lo peor es que parece que va a ser para siempre, como si siempre fueras a tener mala suerte. Como si tuvieras una maldición.
Otra cosa que tampoco se puede negar es de la feminidad que hay tanto en Edipo Rey como en Antígona. Voy a empezar hablando de la feminidad que hay en Edipo Rey.
Primero, vamos a suponer que relacionamos la feminidad con lo frágil, lo fácilmente destructible, lo delicado. En este caso, Iocasta es de lo más femenino. Por el simple hecho de que no aguantase la presión al saber la verdad, al saber que estaba con su propio hijo, al saber que había tenido descendencia con su propia descendencia. O puede que ya lo supiese de antes, pero no lo creo una opción. ¿No fue, Iocasta, lo más femenino cuando decidió quitarse la vida? De una manera delicada, sin sangre, sin llegar al extremo bruto y sucio de arrancarse los ojos como su hijo, Edipo. Supongo que llevó la elegancia hasta su muerte, supongo que no quiso mancharse las manos de su propia sangre.
Pero... Está el otro extremo, está Edipo. ¿Me vais a decir, que Edipo no representa la feminidad? Aunque fuese bruto a la hora de él mismo dejarse ciego, se dejó ciego. No fue fuerte, lo siento, pero fue cobarde. Edipo es un cobarde. La mayoría lo son. Antes de afrentar su realidad, su condición, se lamenta por su maldición. Ni si quiera se plantea el hecho de intentar cambiar su situación. Y ya sé que corrían tiempos diferentes, sé que no era tan sencillo porque eso sería como desafiar a los dioses, como plantarles cara e intentar cambiar el destino que ellos tenían preparado para él y todos los Labdácidas, pero, ¿acaso eso no es excusarse? Siento que utilizó a los dioses para excusarse de todo lo que le estaba pasando, y que también los utilizó para no poner remedio a nada. Que fue como su barrera y su escudo a la vez. Pero eso es lo que le llevó a la ruina, eso es lo que le hizo casi no existir, le hizo no poder contemplar nuestro mundo. Aunque a veces creo que no poder contemplar nuestro mundo es un privilegio, no ser consciente de todo lo malo que hay en él. Pero perderse la belleza, perderse la relajación que tienen según que paisajes, según que personas... Solo puedo lamentarme por ti, Edipo. Pero tú te lo buscaste. Y tú decidiste huir. Qué frágil es la masculinidad.
Y no me quiero centrar solo en los dos grandes de esta historia, quiero ir más allá. Supongo que porque las grandes cosas están en los pequeños detalles, o al igual esto solo es una invención más del ser humano que nos hemos obligado a creer, pero lo que si que es cierto es que tenemos que aprender a ver mucho más allá de las cosas, de fijarnos más en lo interno y saber profundizar. Por eso, quiero hablar de unos personajes de los que ni si quiera recuerdo sus nombres, pero que sin ellos no se podría haber hecho la historia de Edipo. Me estoy refiriendo a la persona que sacó a Edipo del bosque, cuando Iocasta y el antiguo rey le dejaron solo para que muriese, por tal de que no matase a su propio padre. Y me estoy refiriendo precisamente a estas personas que en principio no parecen ser importantes porque tienen el lado más maternal de toda la historia. El lado de proteger a un niño, y en el caso de los que se hacen pasar por los padres de Edipo, ellos si que tuvieron la maternidad dentro de si, el instinto de protección, la ternura. Y siento que precisamente eso es lo que más representa la feminidad en toda la historia. No hay nada más femenino que la maternidad. No hay nada más puro, tierno y real que la maternidad. La feminidad y la maternidad van ligadas, van de la mano.
Por otro lado, también quiero mencionar a Tiresias. Le quiero mencionar porque en parte, me da rabia. Me da rabia porque se supone que él lo sabe y lo ve todo porque es un hombre, quiero decir, estoy segura de que si hubiese nacido mujer no se le hubiese otorgado el poder que tiene, pero que se puede esperar, y más en esos tiempos. Me pregunto cuántas mujeres ciegas había por ese entonces que no tenían el mismo valor de Tiresias, de hecho, que estaban discriminadas dado que pensaban que los dioses les habían castigado por algún motivo, toda la feminidad y todo el dolor que lleva este personaje detrás, y parece que está oculto entre todo. Todas las mujeres que podrían haber sido Tiresias y no lo fueron simplemente por su feminidad. La feminidad está, está aunque sea oculta, está aunque se supone que no la deba estar en Tiresias. Está cuando enfocas toda la historia y todo su ser, y miras en lo que podría haber sido y no fue.
No creo poder decir mucho más sobre la feminidad en Edipo Rey. Me gustaría poder extraer la feminidad más oculta de esta historia, pero no me veo capaz de sacar más de la que ya he sacado, sé que no soy capaz. Y puede que este sea uno de los problemas más grandes de la feminidad. Que la mayoría de las mujeres somos sensibles, porque la sociedad nos ha hecho sensibles. Porque nacemos ya con ciertas ideas impuestas, y hay estudios que comprueban que las mujeres se sienten menos capaces de hacer cualquier cosa antes que los hombres. Es raro, que intentando buscar la feminidad, me de cuenta de mi feminidad impuesta por nuestro mundo al no verme capaz de sacar más de lo que otros podrían. Volvemos a lo mismo, feminidad por doquier.
Tengo que proseguir, y voy a avanzar hablando ya de Antígona. Ay, maravillosa Antígona.
Para empezar, voy a hablar de la que se supone que representa la feminidad por excelencia. Voy a empezar por Ismene. Ismene, que es consciente de su situación. Ismene, que no se ve capaz, ya lo he dicho antes, las mujeres y el no verse capaz... Tan miedosa, tan frágil, tan asustada de verse sola en un mundo en el que sabe que no tiene privilegios, y lo peor, que no va a luchar contra ellos. Ismene, que representa la feminidad más rota, esa feminidad que no tiene fuerzas ni si quiera para intentar, la peor feminidad de todas. Ni si quiera por su propio hermano, sangre de su sangre, y ni si quiera por ayudar a su hermana, también sangre de su sangre. Me da pena Ismene, me da pena que tuviese asumida su feminidad de esa forma.
Lo mejor de todo, sin duda, es que para compensar a Ismene está Antígona. Que, desde mi punto de vista, representa la feminidad más fuerte, más arrolladora, más sutil y a la vez todo lo contrario a sutil. Me apasiona esta mujer. Me apasiona porque es consciente de la fuerza que posee, de su fuerza femenina. Porque no se infravalora, porque es segura. Ay, porque la feminidad por supuesto que puede ser segura. Su final tal vez no fuese el más esperado, y se puede pensar que en el fondo Antígona no era lo que parecía, que no era tan fuerte, pues acabó con su vida. Qué ingenua la gente que piensa eso sobre Antígona. De las pocas personas que considero que no fueron cobardes al suicidarse, todo lo contrario, de las pocas personas que pienso que fueron valientes. Hay que ser muy valiente para suicidarse, o muy cobarde para huir de esta vida. Pero no en el caso de Antígona, en su caso considero que fue porque ella ya sentía que su misión en la vida estaba cumplida. ¿Para qué quieres vivir, si ya has hecho la misión de vida que tienes? Digo yo, la mayoría vamos por la vida preguntándonos el por qué de nuestra existencia, por qué estamos aquí, que tenemos que hacer... ¿Y si Antígona hubiese encontrado su respuesta a eso? ¿Y si su misión fuese hacer todo lo que hizo por su hermano, y acabar muriendo al acabar su misión? Yo le encuentro el sentido. Ya había cumplido. Para qué seguir en este mundo si ya lo has hecho todo, si ya has acabado lo que tenías que hacer. Para qué, si ya lo has demostrado todo. La feminidad en todos sus aspectos la tiene esta mujer, es el icono feminista de su época.
Por supuesto, también tengo que comentar algo sobre Hémon. Básica y principalmente porque es uno de mis personajes favoritos. Porque siempre se ve como que son las mujeres las que más sufren por amor, las que más se enamoran, las que mueren por amor. Pero, en este caso, es Hémon quien muere por amor. Es él quien muere abrazado al amor de su vida. Es la feminidad que todos llevamos muy dentro, y pocos la sacan fuera. Morir de la forma en la que lo hizo demuestra un acto de valentía casi tan verdadero como el de Antígona al enterrar a su hermano, Polinices. Supongo que eran una bonita pareja, y los dos con la valentía por delante.
Parece que me olvido de alguien... Parece que me olvido de Creont. Pero no es eso. Es que no creo que tenga que decir mucho sobre él. Porque considero que es totalmente prescindible. Su papel podría haberlo hecho cualquiera. Cualquiera podría haber dicho que no enterrasen a Polinices, pero como era rey se le dio más importancia. Pero él no justifica nada. Su ley no justifica la fuerza de Antígona. Antígona ya nació con su fuerza, ya nació así, que tuviese que sacarla por dichos acontecimientos que se fueron dando no significa que desde el principio no fuese la feminidad más fuerte representada. Creont no provocó nada. Todos los personajes eran así antes de que él decidiese poner una estúpida ley. Que no se crea especial. Lo único que consiguió es, que su hijo junto con el amor de su vida, pudiesen casarse en el Hades. Felices, y lo más importante, eternos.
Eternos, como la fuerza de Antígona.